
Menospreciada en su estreno -como casi todas las películas del director a excepción de The Thing-, una revisión actual permite descubrir una amalgama de conspiración hipnótica, fantaciencia alucinógena, humor cruel, optometría bizarra, provocación malsana y mala leche sin tapujos que funciona con precisión de relojero suizo. Una peli sin apenas presupuesto (a lo Roger Corman o aún peor), con un reparto delirante (el wrestler Roddy Piper como remedo de Kurt Russell es impagablemente casposo) y un guión francamente mejorable, pero que cumple dignamente con su cometido pudiéndose permitir incluso homenajes a John Ford y Howard Hawks sin que el conjunto chirríe.
Lo mejor, su falta de complejos.
Lo peor, algunos mensajes subliminales que ya se han cumplido.
El resto, un descubrimiento.
Sí, el aburrido cine actual me persigue. Pero como dicen las camisetas de algunos guiris, yo soy más rápido.
Adenda: El pasado 30 de julio falleció Roderic George Toombs, más conocido como Roddy Piper en el mundo de la lucha libre, y protagonista a la sazón de la película correspondiente a esta entrada. Posteo uno de los carteles originales del clásico de Carpenter y el del fantástico homenaje que le brindan a Roddy, que seguirá repartiendo mamporros allá donde corresponda. Amén.