miércoles, 21 de julio de 2010

Ándense con ojo, majicos...



No sé a ustedes, pero a mí las cataratas me ponen nervioso. Por cataratas me vengo a referir a las pérdidas de transparencia del cristalino del ojo, y a las del Iguazú, ejemplo. En el caso que nos ocupa, El ojo mágico de Kelly, las hay de los dos tipos. Así que ya se pueden imaginar cómo me enfrento a su lectura.

En esta suerte de frenesí revival que le ha entrado de repente a PdA, El ojo mágico de Kelly viene a ser el divertimento más infantiloide todo el lote de (anti)héroes británicos de la Fleetway. Tim Kelly es el típico personaje que de puro bueno y noble es el arquetípico bobo king-size. En lugar de cobrar una pastizara en forma de herencia, es capturado por un policía corrupto que planea venderlo como esclavo. Salva de las pirañas a un viejo indígena que, agradecido, lo lleva al Templo de Zoltec donde encuentra el Ojo de la Vida Eterna: una joya que le proporciona invulnerabilidad total (excepto a su ropa), una excelente puntería y poderes mentales asombrosos. Y desde ese momento se emplea a fondo para luchar contra la injusticia alrededor del mundo... y del tiempo. Delirante.

El guión -o lo que sea- es de Tom Tully (sí, también hizo lo propio en ZdA) y resulta insoportable de ingenuo, plano y repetitivo; el dibujo es obra del siempre sólido, expresivo y dinámico, Solano López.

Que la nostalgia vende ya se dijo hace un par de entradas. Pero da la casualidad de que no todo vale. Y sólo el más que digno trabajo del dibujante -por muy mitómanos que seamos- no justifica la compra de este libro. O lo que es lo mismo, que a estas alturas, cincuenta años después de su publicación inicial, Kelly ha envejecido malamente: Su ojo está arrugado y sufre de glaucoma (sobre todo en la portada, ¡qué castaña de portada!).

Todo esto indica que a la hora de editar clásicos no se puede estar en misa y repicando. Si dicen que es la mejor edición hasta la fecha, hay que pedir affidávit. Porque ni está perfectamente reproducida ni la rotulación se ciñe a la original. Y que puestos a resucitar clásicos con la excusa de la nostalgia, más valdría echarle un un vistazo al Cachorro de Iranzo, ejemplo, antes que a la serie B inglesa.

Abrevio: El ojo mágico de Kelly es sólo apto para aquellos que, aun con vista cansada, no sufran en exceso con su lectura.

O lo que sea.

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